Milongas de Buenos Aires
(1999 - 2006)
Por más de 10 años musicalicé en diferentes milongas de Buenos Aires. Recién comenzaban el siglo y el milenio y yo promediaba mis 20 años.
Aún no podía imaginar lo que iba a venir después. En ese tiempo sólo esperaba poder llegar a fin de mes. Vivir organizando y musicalizando, en milongas, era tan solo, una utopía.
Pasaron mucho tiempo, cosas y personas, desde aquellos años. Todavía yo no estaba seguro de que el tango sería mi profesión y mi vida.
En ese tiempo todavía no teníamos ni computadora, ni celular, ni cámara de fotos digital.
Pero vivimos bellísimos momentos, que nunca olvidamos. Aún, hoy en día, me encuentro, con amigos, de aquella época, con los que es un placer celebrar y evocar queridos tiempos y entrañables personas.
Musicalizando en el Salón Canning
(2000 - 2010)
"Abrí la puerta del salón. Tenía que estar un poco antes de las 18 horas, para poder recibir las reservas de las mesas, para la noche. Gonzalo, nues2tro sonidista, ya había armado todo el escenario, para la Orquesta "Contratiempo" que, el domingo pasado, había tocado en "Patio de Tango", que organiza el "Parakultural", todos los domingos, en San Telmo.
Por suerte ya tenía muchas reservas. La gente siguió llamando y tuve aún más. Yo esperaba que me llame ya sabés quien. Encendí la heladera y me dispuse a colocar la mercadería allí..."
Ya está por terminar la clase. Casi son las 23:30 horas.
Dejé sonando D'Arienzo-Mauré y me puse a acomodar las mesas.
Creo que todo está listo.
Parece que va a ser una de esas buenas noches del Salón Canning.
De nuevo el teléfono. Es mi amiga Liz, que me dice, que me pudo grabar
el cd de Caetano Veloso, para las cortinas.
Por fin voy a poder devolvérselo a Marcos, que me lo prestó. Comienza a llegar la gente. A los valses de Biagi, le siguen los tangos de Laurenz, que tanto nos gustan.
¿Qué cosas, no? Siempre hay alguien para cada tango. A veces, y según el momento, es la misma persona, siempre el mismo fantasma."
"Bajé las luces del circuito exterior del salón y encendí las de los cuadros. Desde hace ya unos meses que la pintura de Gardel, que lleva años en esta milonga, no se siente tan sola. Los milongueros de estos tiempos no sólo pintan la pista con su baile, sino que también lo hacen con sus pinceles.
Un poco más de las 00 horas. Tiempo de Troilo: "Milonguando en el '40", "Guapeando", "Cachirulo". ¿En qué estaba?
Mucha gente bailando. Voy a encender los ventiladores. Alguien me dijo que afuera hace un poco de frío. Claro, ya comenzó mayo. Pienso en la higuera de casa, que pronto empieza a perder las hojas.
Ya estamos en otoño y Buenos Aires se desnuda proclamando su belleza.
¿Cuánto hace que no te veo? Hace mucho que no se nada de vos. Ya no me escribís, ni me llamás como antes."
"Van llegando todos. Creo que faltan sillas para algunas mesas. Después de Di Sarli - Rufino, pienso que van las milongas de Canaro. Pero no sé. Creo que las pasé el miércoles en "La Nacional". Igual, a la gente le gustan. Ya faltan pocos músicos y ya tiene que llegar Gonzalo. Le pido un agua con gas a Marcelo, en el bar.
Empezó a tocar "Contratiempo". Abrieron su show con "Gallo ciego". El primer tango lo escuchan todos, en el segundo se empieza a poblar la pista. Dejo preparada la música para después. Busco alguien para bailar."
"Terminó la orquesta. Ahora música grabada hasta el final. Hay gente que prefiere esta hora porque dice que se puede bailar mejor. En este momento ya le pido a Marcelo, en el bar, una copa de champagne.
Suena el primer tango de esta tanda, "Vida mía", por la orquesta de Fresedo, con la participación de Dizzy Gillespie, en aquella vez , que estuvo en Buenos Aires.
Esta historia tan bonita, acerca de este encuentro, entre los capos del tango y el jazz, me fue develada por Alejandro del Prado, en una conversación. Su tío Pérez Prechi había sido bandoneonista de la orquesta de Fresedo.
Para los que esperan Pugliese aún falta un poquito.
Después lo de siempre. Cuando todo esté limpio y guardado, a casa. Un viernes más en el Salón Canning, ¿ya van mil?. No, todavía faltan algunos. El próximo viernes "Color Tango", en vivo. A cerrar todo con llave y a apagar las luces. Atravesar el salón a oscuras, evitando chocar con las mesas, llevándome algunos abrazos perdidos y seguir el camino de siempre hacia la calle.
Pero, vos no estás esperando en la puerta, con cara de cansada, tal vez un poco enojada.
Entonces saludo a tu recuerdo y me subo al taxi."
Escrito en el 2001, entre las crisis de septiembre y diciembre.
Todavía no tenía computadora y usaba sólo unos pocos cds y cassettes
y, a veces, los vinilos de mis viejos.
Como eran los tiempos de $1 = U$S1, en Argentina
todo estaba caro, en comparación, con otros países.
El número de gente,que empezaba a bailar tango
estaba creciendo semana a semana.
Ya comenzaba a perder vigencia esa tonta reflexión de que el tango,
era sólo para la "gente grande".
Esta es la vista del salón que tenía en el momento en el que musicalizaba.
De él aprendí y copié, un montón de cosas, que me sirvieron para todo lo que vino después.
Por muchos años fue un modelo a seguir y aún lo sigue siendo.
El maestro fue bandoneonista y arreglador, en los últimos años, de la Orquesta de OSVALDO PUGLIESE.
Desde 2001 y, por muchos años, la Orquesta COLOR TANGO musicalizó en históricas noches, en las que se exhibieron increíbles parejas de bailarines.
Uno de esos hermosos recuerdos que encuentro, cuando pienso en aquel Buenos Aires.
"Hubo un tiempo que fue hermoso ..."
¡Éramos tan jóvenes!
Al principio grababa los vinilos, en cassette,
porque, a veces, saltaban.
Me da nostalgia cuando regreso a Buenos Aires
y los encuentro, entre mis viejas cosas.
Ser musicalizador era una inversión.
Había que comprar los cds.
Todavía ni siquiera tenía PC, en casa,
para poder hacer una copia,
para no perder la música.
Cuando comencé a trabajar, en el SALÓN CANNING, las clases de los lunes estaban a cargo de los excepcionales bailarines Gabriel Angió y Natalia Games.
El Grupo "Graciela González", era el responsable de la de los viernes, con la participación ocasional de Pupy Castello y de otros históricos milongueros, como el "Pibe" Palermo.
Cuando el horario, de las clases de los viernes, quedó libre, le propuse a Omar que llamara a Ana María Schapira, a quien conocía, desde mis tiempos adolescentes, ya que era amigo de su hija Paula.
Musicalizando en "LA NACIONAL"
(2001 - 2006)
Ya hacía un tiempo que conocía al cantor de tango Pablo Banchero.
En el 2000, junto a sus hermanos Gustavo y Guillermo, inauguró una milonga, a la que llamaron "La Nacional". Fue una milonga familiar, en muchos aspectos, no sólo porque en ella participaban, aparte de los hermanos, los padres Banchero. Estaba también el primo Marcelo Focarile, que trabajaba conmigo, en el Salón Canning.
A esta milonga concurría un montón de gente amiga, bailarines y concurrentes, que hacía de las noches, de los miércoles una cita infaltable.
Fueron unos 6 años, los que musicalicé allí. Fueron 6 años que vivimos juntos: Pablo, Marcelo y yo, en la misma casa, y años, en los que compartimos nuestra experiencia de vida y de tango.
Gracias a esos tiempos soy muchas cosas, de las que soy hoy, como musicalizador y otras más. Muchas veces uno mira hacia atrás y quisiera volver a vivir momentos tan preciosos y únicos. Y, aunque la realidad nos indica que no es posible,nosotros recordamos, que es revivir, aunque sea mentalemente, por un instante, la gente y las cosas que quisimos y queremos.
También eran tiempos en los que no todos teníamos una cámara de fotos digital, una computadora, ni muchas de las cosas, que hoy nos almacenan los recuerdos. Por suerte sí tengo muchas fotos reveladas, que no archivo en la computadora.
Aprendí de los mayores que nuestros recuerdos nos van a visitar cuando menos lo esperamos. Y, si no tenemos tiempo, para ellos, nos visitarán en sueños. Por eso, aquellos tiempos, ahora me parecen eso: un sueño.
Musicalizando en PORTEÑO Y BAILARÍN
(2001 - 2004)
Recuerdo un primer martes, hace ya unos cuantos años.
Entramos, por primera vez, a la primera noche, de una milonga primera. Por entonces, ya conocía a unos de sus flamantes organizadores. En los últimos años '90, habia ido a sus clases de tango, en la Confitería Ideal, en la U.B.A., en el bar “Sarajevo”, etc.
Cuando empecé a organizar mis propios proyectos, siempre me dió una mano, con la promoción. Iba a sus clases, con mis collages de volantes fotocopiados y él los anunciaba o me dejaba repartirlos, entre sus alumnos. Muchos de ellos ahora son grandes bailarines y están recorriendo el mundo, con el tango.
Al otro organizador lo conocía sólo de verlo, en las milongas, pero nunca habíamos hablado seriamente. Su estampa porteña me inspiraba respeto, por lo que no creo que hayamos cambiado más de un saludo, por aquellos tiempos.
Como recordaba antes, entramos, con amigos y amores, a esa primera milonga y encontramos más amigos y amores. Creo que a los que recorríamos el circuito, de las pocas milongas, de aquel entonces, nos pasaba lo mísmo, como puede pasar ahora también, sólo que ahora hay más milongas, por noche. Llegamos y nos sentamos en una mesa. Charlamos, saludamos, bailamos y, con el tiempo, nos hicimos conocidos y amigos, que cada martes, encontrábamos allí.
Una noche, el musicalizador Miguel Coppini, me contó que se iba a vivir al exterior y me preguntó si quería reemplazarlo, en sus trabajos, en las milongas. Miguel era el dj del viernes, en el Salón Canning, en donde éramos compañeros. Yo atendía el bar, me ocupaba de que las cosas salgan más o menos bien y, a veces, pasaba música, que siempre fue lo que me gustó.
Mi experiencia anterior se limitaba a la "Milonga del Indio", "Plaza Dorrego", mi primera milonga "Transgresión", alguna vez en el "Torcuato Tasso" y, esporádicamente, el Salón Canning. Miguel era también el dj de esa milonga, en donde iban los milongueros "porteños" y "bailarines". Y, para mí, fue todo un desafío.
Con mi poco conocimiento de orquestas, algunos cds y mucho miedo fui, una primera vez, a pasar música. Por suerte, la cabina del dj siempre estuvo alejada de la pista y la gente no me podía ver. Mi ignorancia me condicionaba y me atemorizaba que la gente me viera.
Realmente tenía pánico.
Después vino la crisis del 2001, 2002 y, de tener las pistas vacías -como teníamos vacíos los bancos, el futuro, los sueños y los bolsillos de los argentinos-, empezó a venir mucha gente, a las milongas, y la fiesta se hizo incontrolable.
Fue una celebración, cada martes. Tuve la dicha de pasar la música para los más importantes bailarines y milongueros, de entonces.
Seguro que hay mucha gente que lo recuerda. Y, si alguno ya no está, estamos nosotros para recordarlo. Para no olvidarnos, ni olvidarlos.
Mi amistad con el "bailarín" se agigantó tanto, que la contagió al "porteño", y a los compañeros del bar, camareros, seguridad y con muchos de los habitués, que eran los mísmos que encontraba, en otras noches, de otras milongas, en las que trabajaba o iba.
Entonces fui feliz de ser parte de esa celebración al tango y de todas las cosas que encontramos, perdemos, dejamos y recuperamos, en esta vida, que es una milonga, o en esta milonga que es una vida. La verdad no lo sé.
Gracias a toda esa gente y a todo ese tiempo es que hoy tengo lo poco o mucho que cosecho.
El "porteño" se llama Carlos Stassi y el "bailarín" José Garófalo.
Esta noche, en algún lugar del mundo, voy a estar ahí, brindando por todo y por todos. Unos años después dejé de trabajar ahí, para organizar "Mina Milonga", pero esa es otra historia. Nuestra amistad siguió y sigue siendo la mísma.
Escrito, en 2011, para el 10° Aniversario de PORTEÑO Y BAILARÍN.
Entre 2001 y 2004, todos los martes, fue en "Porteño y Bailarín", la milonga que organizaban entonces Carlos y José.
En la foto, de 2002, están los inolvidables milongueros, que poblaban, aquellas mágicas noches. Era mucha la responsabilidad musicalizar para gente que sabía tanto de tango, muchísimo más de los que podía saber yo.
¡Qué lindo recuerdo!
Hay amigos, en la foto, con quienes, a veces, nos encontramos en Buenos Aires o en alguna otra parte. Otros ya no están entre nosotros, pero nunca los olvidamos y los extrañamos mucho.
Un bailarín genial, de los que no se conocen todos los días. Único. Maestro de maestros.
Que vacía quedó la milonga, sin él.
Musicalizando en LAS MOROCHAS - EL BESO
(2001 – 2006)
La “Milonga de las Morochas” se inauguró allá por el 2000, en “El Beso”, cuando yo aún estaba con Pedro Benavente, en su “Milonga del Indio”.
Su flamante organizadora, Gabriela, vino un jueves, a nuestra milonga, para publicitarla, y, Pedro, la anunció, como también hizo lo mismo con “Tangresión”, que era el otro lugar en donde yo trabajaba.
Cuando cerró “Tangresión”, aquella milonga, en una vieja casa, del barrio de Parque Patricios, en donde se bailaba en el patio, bajo las estrellas, y se tomaba un mate o una copa de vino, debajo del parral, empecé a ir todos los sábados a bailar a “La Milonga de las Morochas”, en donde Gaby me reservaba, siempre una mesa, sobre la pista de baile.
En ese tiempo me encontraba con todos mis amigos y conocidos allí. Con el tiempo, las personas que trabajaban en “El Beso”, que eran las mismas, de los martes, miércoles, sábados y domingos, se convirtieron en mis amigos.Después, cuando empecé a trabajar, con Omar Viola, en el “Parakultural - Salón Canning”, Gabriela también vino, a veces, a hacer publicidad y, con el tiempo, nos fuimos haciendo amigos.
Fue así que, en dos oportunidades, una cuando se fue de vacaciones y, la otra, cuando se casó, me pidió que le organice la milonga. La tarea consistía en atender las reservas de las mesas, recibir a la gente y otras funciones del organizador.
Allá, por el 2001, yo ya musicalizaba en el “Salón Canning”, en “La Nacional” y en “Porteño y bailarín”.
Por ese entonces Gabriela se iba a vivir a Estados Unidos, con su familia, y, un viernes, a la noche, en la cocina del “Parakultural”, me preguntó si quería ser su musicalizador, ya que Osvaldo Natucci iba a dejar de serlo. También me presentó a su prima, Jimena Salzman, que se encargaría de organizar la milonga en el futuro, cuando ella ya no estuviera.
Ante mi negativa volvió a preguntármelo en la noche del martes, en “Porteño y bailarín”, y yo volví a decir que no. La verdad es que no me sentía seguro de hacerlo bien. Era mucha la responsabilidad de reemplazar a “Natu” y, además, a “El Beso” concurrían muchos milongueros muy exigentes, de aquel entonces.
A la otra noche, Gabriela y Jimena, vinieron a “La Nacional”, pero esta vez no me preguntaron nada. Al final de la noche, cuando quedaba ya muy poca gente, vino un querido amigo y me dijo: - "Dale, deciles que sí, así se pueden ir a la casa."
Este querido amigo mío era una autoridad para mí. Entonces fui yo el que me acerqué a ellas y les dije que aceptaba, con gusto, empezar a musicalizar en “Las Morochas”.
En el primer sábado, en el que lo hice, mis miedos y mi inseguridad eran tales que musicalicé, en la consola de “El Beso”, ocultándome, sin que nadie me vea pasando la música.
En ese tiempo yo era joven, pero parecía aún más. Es por eso que pensaba que la gente, con sólo verme, iba a pensar y decir que musicalizaba mal.
La primera noche salió muy bien, por lo que, la semana siguiente, no me escondí más.
Todos los sábados, hasta el 2006, pasé música allí, hasta que decidí dedicarme sólo a “Mina Milonga” y a los viernes del “Parakultural - Salón Canning”.
Además, en ese año, ya estaba profundamente enamorado y quería pasar los sábados a la noche, con la maravillosa mina, con la que compartía, cada segundo, de mi vida.
“Motives”, “Bella, ciao”, “Bandiera Rossa”, “Hasta siempre”, “La cucaracha” y otras canciones de un mismo álbum de un grupo francés, fueron las cortinas que usé siempre, en la "Milonga de las Morochas”.
Osvaldo Natucci, antes de mí, también las pasaba, ya que fueron las cortinas que, originalmente, Gabriela eligió para su milonga. Salvo “Hasta siempre” o “La cucaracha”, yo no conocía o no entendía muy bien su significado, pero, mis amigos europeos, me lo explicaron.
Era difícil para mí sentir, como podían sentirlo ellos. Hoy, si las escucho, vuelve a mí el recuerdo de aquellas noches de milonga, de aquel Buenos Aires, del 2001 y de tantas cosas.
Como dije, yo sólo puedo leer e informarme sobre lo que representan. Pero si son canciones importantes para mis amigos, también lo son para mí.